Para Ti.

Pues... realmente... hacía muuuuchíiiiisimo tiempo que no me dignaba a escribir NADA en prosa (aunque tampoco lo consideraría exactamente prosa por algunas cosas.. pero en fin)... y la verdad, me ha sabido amargo solo hacer una cara de word XDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDUUUUUUU antes me tiraba como 7 páginas diarías y ahora esto... es tristísimo uU además.. es.. no sé, muy... "cutre"... no me he quedado satisfecho con como podía quedar antes, pero bueno... lo hice... por el hecho de volver a escribir, la verdad... no por más... aquí os lo dejo y ya me diréis qué tan mal os pareció que está, ¿sisas? ahí está pues...


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Volví a recoger las páginas que se cayeron del libro que escribimos juntos cuando todavía amábamos la tinta y sus drenajes descoloridos de sentidos inaceptables, como los míos mientras vigilo a los que velan por la seguridad de los cadáveres y salto la verja que nos separa adentrándome un poco más en el terreno que te mantiene presa con nuestras cartas bajo el brazo.
Recopilé cada sentimiento que perdimos y lo que olvidaste entre nuestras fábulas, diabólicas todas como nuestras poesías sin sentido y las lágrimas rotas que derramamos, esas, las mismas que, olvidadas, no pudieron buscarse un espacio entre el silencio que dejamos que callara nuestros gritos de pasión, cuando aún la lujuria que nos arropaba no se extinguía. Acabaron por romperse nuestros nexos y tus huesos, y, tras el cristal que ralló nuestra relación, y con las mismas manos que los despedazaron como cerámica fría al raso de cada verso o renglón que dejamos sin terminar, me apoyé en suelo tras la caída y empecé a buscar la cruz que señalaba lo que tanto temíamos y que jamás pensamos que llegaría en tiempos de bonanza.
Mientras ahuecaba en la arena mis anulares y arañaba el suelo, recordé, leyendo el más roído folio de los de mi antebrazo, todo lo que ocurrió, y cómo el desprecio de mi aprecio fue el desdichado precio que, por necio, te tuve que pagar sin rechistar y entre el silencio de las que fueran mis ideas.
Me has de perdonar por exponerlo, pero la abstracción de lo que sé que no entenderás ahora ya jamás, me atrapa en el sentido de lo que tú no pudiste entender cuando pudiste, pues no quisiste hacerlo, y, todo me lleva a tiempos con fotos amarillentas degradadas por el tiempo que dejamos que se enterraste en el mismo féretro que nuestros sueños y tu cuerpo, ahora, la misma esencia de la que me cargaste con tus labios, me hizo escribir estas líneas torcidas que convergen desde mi alma y, que a pesar de lo que yo quisiera, dudo que alguien como tú, desde la tuya, llegue jamás a comprender sin que haya habido milagro de por medio o actuación del infierno que lo haga cambiar como en los cuentos que escribimos..
Olvidaste todo lo que escribimos; todas las historias que dejamos a medias y aquellas que nunca empezamos como el diario de nuestra amargura y el cuento que, aunque por tan solo un momento corto, como nuestra duración como amantes, debo reconocer que me creí. Aquel mismo que tú me contaste bajo árbol de las hojas de papel ennegrecido bajo el título de Amor y que me llevó más tarde a la locura desde la que te escribo con un palo en la tierra que vela en la tumba y en el silencio del cementerio; hoy yo siento odio por su autora y ella compasión por su lector, ¿Pero qué puedo hacer yo si tan solo fui su lastre? Creo que lo mejor es el rencor y el no guardarte más amor pues, tan solo por el odio, no puedo dejar de amarte, y, en cada intento de verte como solo un recuerdo o intentar hacer que desaparezcas, por mucho esfuerzo que malgasto, siempre acaba todo en un desastre. Maldita depresión...
Hallé lo que buscaba. Tiré de la puerta y mis dedos se escurrieron con las gotas amargas de mis ojos mientras temblaba en el frío de la noche ante los restos de un amor eterno que juramos que ni el tiempo perdonaría y ahora el mismo infame tiempo me arrebata, ¿¡Pero cómo no voy a amarte si hasta desenterrando tu cuerpo cada vez menos grueso de huesos y en el último tiro de tu pellejo aún siento la misma delicadeza que brotaba del brillar de tus mejillas bajo los luceros ahora sin vida de tus ojos que no lloran sino mis lágrimas a través de una visión poco digna de un amante como simplemente fui yo para ti!?
Besé tu mandíbula desencajada y volví a guardarte en el cajón de pino ahora casi lleno de mis lágrimas y nuestros folios y nuestras fotos.
Volví a abrazarte. Sentí el aroma de la muerte en tu cabello y en tu tacto los gusanos osados que penetraron en la carcasa de tu alma. Juré que no dejaría de amarte. Tú juraste que no me abandonarías.... Si llegas a leerlo, entre las historias que dejamos sin terminar, te escondí mis hazañas y los resultados de los tres años de depresión a los que me condenaste desde tu partida. No me dejes nunca. Yo lo escribí para ti...